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ANNA ABELLA
BARCELONA
Ot el Bruixot, Lucky Luke, Jan i Trencapins y los Barrufets (léanse Pitufos), Benet Tallaferro, el Pere Vidal de La casa sota la sorra, Jep i Fidel, Pesquis i Baliga, Sergi Grapes y otras muchas emblemáticas series han desfilado por sus páginas desde que, en diciembre de 1961, el cómic Quina trepa!, de Bono, ilustrara la portada del primer número de Cavall Fort. Ha pasado medio siglo, pero la emblemática y entrañable revista, referente para varias generaciones de jóvenes catalanes, sigue viva. Hasta el punto de que para celebrar el 50º aniversario el número de diciembre es un especial de 100 páginas, con portada de Montse Fransoy, y se han programado actividades que culminarán en abril en una gran fiesta al aire libre abierta al público. Todo con la mirada puesta en el futuro y con el objetivo, entre otros, de «mostrar que, sin abandonar el espíritu que la caracteriza, sigue interesando a los niños de hoy día», explica su actual directora, Mercè Canela.
«Ella es el presente y yo soy un dinosaurio», bromea el escritor Joaquim Carbó, «único superviviente» del primer consejo de redacción de la revista y autor de los cinco primeros cuentos publicados en Cavall Fort, porque, añade «era 1961, hacía 23 años que no salía ninguna publicación infantil en catalán y no había gente que escribiera para niños en nuestra lengua». Según Carbó, autor entre otras, de las novelas protagonizadas por Felip Marlot o Pere Vidal, «la revista fue una sorpresa para muchos niños y niñas que en casa hablaban catalán pero en la escuela todo era en castellano. Si En Patufet fue el referente de antes de la guerra, Cavall Fort lo fue en la dictadura».
El currículo de firmas que atesora habla por sí solo: escritores como Josep Albanell, Josep Maria Benet i Jornet, Pere Calders, Josep Vallverdú, Salvador Espriu y Maria Aurèlia Capmany; dibujantes como Pilarín Bayés, Roser Capdevila, Cesc, Pere Joan, Josep Maria Madorell, Pep Montserrat, Peyo y Picanyol, y portadas firmadas por Miró, Tàpies, o Joan-Pere Viladecans.
«La preocupación inicial de sus creadores fue, además de ofrecer calidad, que los niños pudieran aprender a leer y escribir en catalán -explica Canela-. Es una herramienta pedagógica, de formación de lectores, pero a la vez, pretende que los chicos se lo pasen bien, que se diviertan».
De periodicidad quincenal, aunque puede encontrarse en algunos quioscos y librerías especializadas, Cavall Fort se distribuye básicamente a través de la suscripción. Hoy, con una tirada de 15.000 ejemplares, suma 13.000 suscriptores a los que se pueden añadir los 7.000 de Tatano, revista para la franja de 4 a 8 años, que antes del 2005 era un suplemento de Cavall Fort. El momento álgido de suscripciones, alcanzado a principios de los 70, fue de 20.000. El cálculo demuestra que tiene un público muy fiel. «En muchos casos la fidelidad se demuestra de padres a hijos y a nietos. En otros, si a cierta edad el lector se da de baja luego la recupera cuando tiene hijos», apunta Canela.
PROGRAMA DE ACTOS / Premiada este año con el Nacional de Cultura a la difusión del catalán por la Generalitat y, esta semana, con el Marta Mata de pedagogía de la Asociación Rosa Sensat, anoche la revista empezó a celebrar su aniversario con un acto en CaixaForum, con el president Artur Mas, durante el cual se entregó el Premio Cavall Fort 2011 a Albert Garriga i Pujol por los cuentos Polsim, Farina i Balma. Le seguirán un documental coproducido por Televisió de Catalunya, de próxima emisión, y el concurso 50 enigmes de Cavall Fort, que podrá seguirse a través de la revista. Para sugerencias, la web o El calaix del doctor Cirera.
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